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Ascensorista de Guardia


Admirar lo realmente admirable

Mirar, no es solo ver, comparte raíz etimológica con maravilla y miraculoso. Por ello ad-mirar es, de algún modo, contemplar de cerca, aproximarse con agrado, maravillarse.

Comparto la desazón de unas semanas en las que las prisas, los retos, las urgencias, los desencuentros y los imprevistos me tienen, como a otros compañeros, zarandeado. Son estas líneas, este blog, estos pocos párrafos, un respiro en la vorágine, para recuperar el sentido de la admiración. Porque es mucho lo que me fascina de mi gente, de mi equipo, de otros profesionales, de clientes, de gente que se toma con pasión y compromiso su oficio, de quienes enseñan, proyectan, aprenden y alcanza sus metas, de gente de aquí y de islas lejanas, de personas del mundo metal y de sonrisa humana, personas grandes y pequeños proyectos que hacen que el mundo sea más habitable, más digno, más amable, más de todos.

El año ha comenzado, en cuesta… seguiremos resoplando, todavía queda tramo, pero, ¡guau, compañeras, compañeros! gracias, gracias de veras, por lo que sois y lo que aportáis… aquí ando, resoplando y algo mareado, todavía en pie, cansado, maravillado, privilegiado por estar junto a gente a la que admiro

Soy ascensorista, ascensorista de guardia, bajo una noche estrellada

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Un elefante en el ascensor…

Lo cierto, para qué vamos a engañarnos, es que tengo una de las mejores colecciones de errores profesionales que son ineludiblemente personales.

Un último viaje

Con los años y la mala vida, el motor era ya un trasto tranqueante, un cachivache achacoso, un menoscabo de máquina, un estropicio estentóreo…