Brindemos compañeros, por el viticultor y el enólogo, por quien nos sirve esta buena botella y por las que vengan tras ella.
Brindemos, compañeros, por cada ascensor que hemos dejado funcionando, de paso suave y bien equilibrados, finales precisos, carácter vigoroso, acerados con notas minerales, alegres, verticales, complejos, elegantes de buen sabor en boca y memorable retrogusto. Convocados en torno a este vino y el trabajo acabado, compañeros, ¡brindemos!
Brindemos, compañeros, por quienes sembraron nuevas ideas y sacaron de la tierra el metal, quienes cosecharon el fruto de su ingenio y velaron el proceso, quienes almacenaron y transportaron la carga, quienes vendieron, gestionaron, montaron y conservaron. Compañeros, ¡brindemos!
Brindemos, compañeros, por quienes nos acompañaron este año, por quienes ya no están y por quienes se han incorporado. Por cada instalación donde valió la pena ir y por los hogares donde, al terminar cada jornada, pudimos regresar. Compañeros, ¡brindemos!
Brindemos, brindemos, brindemos y unjamos con vino las heridas, conjuremos malos rollos, malos tragos, malos días; Brindemos, brindemos, brindemos, ahora que el hueco es esférico, y la cabina por fin gira y el cielo se une con el suelo. ¡Brindemos! Nos lo hemos ganado, brindemos, como si no hubiera un mañana, celebremos que sí lo habrá (resacoso o radiante ya veremos). Levantemos las copas, las sonrisas, las felicitaciones, los ánimos, los logros compartidos, los pasos dados. ¡Brindemos hasta hermanarnos!
Somos ascensoristas, ascensoristas de guardia, compañera, compañeros, ¡Brindemos!