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Ascensorista de Guardia


Equipos de Protección Individual

Espero realmente así lo espero, compañero,

que el día que yo reviente lleves el casco puesto.

Quiero, realmente lo quiero, compañero,

que si algún día vuelo sea con botas reglamentarias,

que la careta me tape el careto,

los gatos cacen con guantes,

los ratones vayan con chaleco,

la línea de la vida sea larga,

las gafas no retengan las lágrimas

y el prescriptivo barboquejo

(menuda palabreja)

jamás me impida reir, reir a carcajadas,

cuando ese perfecto, competente, erúdito, documentado, eminente, insigne, estirado, redundante, reiterado y redicho técnico de prevención nos venga a recitar, por revigésima vez, su discursito de cuello blanco y corbata sobre la impoluta barrera que lo preserva de nuestra realidad cotidiana.

Soy ascensorista, ascensorista de guardia buscando un Equipo de Protección Individual homologado contra la estupidez.

Al otro lado del cristal

Lo liso e impecable, dice Byung-Chul Han, constituye la seña de la identidad de la época actual: he aquí los rasgos, destaca con ironía, que tienen en común las esculturas de Jeff Koons, los teléfonos móviles y la depilación brasileña…