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Ascensorista de Guardia


Tu espacio… mi espacio

Ese es mi espacio… y ese es el tuyo
yo no me meto en el tuyo ni tú en el mío.
Tienes que mantener la postura
(de la película Dirty Dancing)

Te dejo a ti tu espacio, deseo que tengas tú tu espacio, donde quepa tu prisa, tu sonrisa, tu agobio, tu enfado, tu historia. No es regalo, es un pacto, garantía de que existe también un espacio que es mío, donde quepa mi risa, mi premura, mi esperanza, mi oficio, mi sudor, mis huesos.

Ya ves, no pido mucho, me basta la holgura del hueco, el aire del hueco, la altura y la profundidad del hueco… un simple hueco para decidir en cada momento si me hundo o me elevo y hacerme cargo de lo que es mío, sin tener que cargar fardos ajenos.

Sé que estás impaciente, que te comen los plazos, que la vida se acaba, que viste el final de la luz al principio del tunel y que hace un calor de mil demonios. Sé que te agotan las escaleras, la obra y la imprevisión, lo sé Sé que lo querías terminado para ayer, lo sé… y créeme, algo de todo esto siento yo también. Pero recuerda… tu espacio, mi espacio, ese es el primer paso.

Soy ascensorista, ascensorista de guardia, en un intenso baile.

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Nuevos pasos

Escribo esta entrada en el quicio de un cambio laboral. Tras un proceso de transición reduzco a colaboraciones más bien puntuales mi vínculo profesional con la empresa en la que he trabajado en los últimos años

De yernos y suegras

Sé de esta historia apenas fragmentos sueltos.
Escrita rápida y, mucho me temo, a medias inventada,
trata de un hombre que se enamoró de una mujer.