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Ascensorista de Guardia


Ascensor kafkiano

Franz Kafka, atormentado por el insomnio, expresaba así su zozobra en una carta a su hermana Ottillie: «No escribo como hablo, no hablo como pienso, no pienso como debería pensar, y así sucesivamente hasta las más profundas tinieblas«. Me impresiona esta frase. Tengo pendiente indagar algo más sobre este extraño hombre y esos relatos donde alguien se metamorfosea en un insecto monstruoso o queda atrapado en los intrincados vericuetos burocráticos de irresolubles procesos y, también, ese otro escrito, más amable, en el que un tal Karl encuentra empleo de ascensorista.

Mientras tanto ando yo también algo insomne porque algunos ascensores se me están volviendo kafkianos… «no suben cuando ascienden, no ascienden hasta su final, no finalizan donde deberían terminar y así sucesivamente hasta pasarse de recorrido en el más profundo foso«

No sé, aquí, a estas horas de la mañana, estoy inmerso en la duda, vacilo entre profundizar en la literatura existencialista alemana o cambiar, tras cuatro averías aleatorias aparentemente inconexas en el último mes, la posición del antefinal inferior y el imán que lo actúa.

Creo que probaré primero con el antefinal y luego, ya veremos, algo se me ocurrirá. Extraño, sí, pero, al fin y al cabo, ascensorista, ascensorista de guardia, a su servicio.

Citius, altius, fortius

Citius, altius, fortius («más rápido, más alto, más fuerte»), fue, y es, un buen lema para simbolizar el espíritu olímpico. El sector de los ascensores, en un afán de superación constante y al calor del desarrollo tecnológico de la segunda mitad del siglo XX, pareció adoptarlo también como objetivo implícito en una loca carrera por llegar no se sabe muy bien dónde…

Eureka

Los ascensoristas a veces necesitamos ponernos un poco matemáticos. Normalmente es algo sencillo, operaciones que se hacen a mano alzada garabateando, a falta de un papel, en la pared del hueco…