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Ascensorista de Guardia


Citius, altius, fortius

Citius, altius, fortius («más rápido, más alto, más fuerte«), fue, y es, un buen lema para simbolizar el espíritu olímpico. El sector de los ascensores, en un afán de superación constante y al calor del desarrollo tecnológico de la segunda mitad del siglo XX, pareció adoptarlo también como objetivo implícito en una loca carrera por llegar no se sabe muy bien dónde.

La entrada en el siglo XXI nos ha dado pie para repensar lo que creíamos saber. Ahora que conocemos algunas respuestas, es necesario reformular las preguntas. Así que, en este año olímpico, confieso, que es posible que erráramos el destino y despistáramos el rumbo. Más que batir una nueva marca o seguir avanzando hacia precipicios vislumbrados,  procede un cambio de estrategia, un objetivo más razonable, más sostenible, más humano.

Dedicar nuestro talento a construir y mantener aparatos:
razonablemente rápidos.
adecuadamente altos.
y suficientemente fuertes.

Ir más allá ya no es necesario, no sea que, en estas locas carreras, acabemos perdiendo la esencia de nuestro trabajo, esa feliz idea que consiste en elevar a las personas y no hinchar nuestros egos mientras devastamos el planeta.

Soy ascensorista, ascensorista de guardia, a su servicio

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Hueco deshabitado

[…]. Aquí ando ahora, en el abrumador silencio de este pequeño hueco sin cobertura, dolorosamente abierto como una herida.