No sé si es que esta noche he dormido poco, o que en esta semana los días de guardia pasan algo más lentos, pero hoy no deja de venirme a la cabeza, con toda su solemne fuerza, el juramento de los guardianes del muro de la serie de Juego de Tronos
“Escuchad mis palabras, sed testigos de mi juramento… La noche se avecina, ahora empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No tomaré esposa, no poseeré tierras, no engendraré hijos. No llevaré corona, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto. Soy la espada en la oscuridad. Soy el vigilante del Muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres. Entrego mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche, durante esta noche y todas las que estén por venir.”
Sí, sin duda, lo nuestro es algo más modesto, menos pretencioso, menos exigente, menos dramático, más entrañable, más real, más cercano. Estar aquí, simplemente estar aquí, por si alguno de los muchos aparatos que llevamos se nos pone díscolo. Y si eso ocurriera, acudir presurosos a desfacer el entuerto y liberar a quien haya podido quedar atrapado.
Sí, lo nuestro es más sencillo, por eso, nuestra guardia, más que con un poema épico se escribe a ritmo de bolero… «si tú me dices ven, lo dejo todo»
En esta primaveral semana, soy ascensorista, ascensorista atento a mi guardia… «the summer is coming»