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Ascensorista de Guardia


Mi despacho

Mi oficina no es muy ancha, hay días que mide, algo más de un metro por un metro… cuando llega a dos me imagino que cabe una portería y casi se puede jugar al fútbol.

Eso sí, los techos son altos como mínimo seis metros, a veces diez, a veces veinte. Está bien ventilado, en invierno más que en verano. Las salidas, como en los aviones, se encuentran a los lados. La iluminación, donde yo viajo, mejorable, aunque en el interior de cabina suele ser más confortable.

Y resulta curioso, cosas del oficio, que en un hueco tan estrecho me sienta a mis anchas. Bueno, quizás exagero, a mis anchas no, pero sí largamente feliz… y tan contento en mi infinitesima porción vertical entre el suelo y el cielo.

Soy ascensorista, ascensorista de guardia.

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Brindemos

Brindemos compañeros, por el viticultor y el enólogo, por quien nos sirve esta buena botella y por las que vengan tras ella…

Un elefante en el ascensor…

Lo cierto, para qué vamos a engañarnos, es que tengo una de las mejores colecciones de errores profesionales que son ineludiblemente personales.

Viernes intensito

Ha sido un viernes intensito
un circo de tres pistas
un buen día para pillar un infarto.