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Ascensorista de Guardia


Monólogo calderoniano de un ascensor maltratado

La vida es una barca… como dijo Calderón de la Porra

Hace unos días, un vecino, carente de suficiente paciencia, entendimiento y respeto, en un arrebato, decidió reventar con una barra de hierro un ascensor para rescatar al pasaje atrapado dentro.

Mala fue su hazaña, pues no logró su propósito, ni adelantó tiempo, ni facilitó el trabajo del técnico que llegó al poco. Desfacer tamaño entuerto ha sido laborioso y le ha costado a la comunidad un ojo de la cara (junto a la yema del otro) y a nosotros unas cuantas semanas hasta lograr reparar todo lo que el mentado prohombre dejó roto.

Cuentan, no sé si es cierto, que mientras el perpetrador perpetraba, el pobre ascensor gemía con estas o similares palabras inspiradas en una muy célebre obra del maestro Calderón de la Barca:

¡Ay mísero de mí, y ay infelice!
alcanzar cielos trato,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros, parando;
aunque si paré, ya entiendo,
qué delito he cometido:
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
de un ascensor es haber parado.


Sólo quisiera saber,
para apurar mis desvelos
(dejando aun parte, cielos,
el delito de parar)
en qué más os pude faltar
para castigarme más.
¿No pararon los demás?
Pues si los demás pararon?
qué privilegios tuvieron que yo no gocé jamás?


Para de improviso tu coche
sea de día de noche
y lo tratas con cuidado
sin soltarle una patada
¿y teniendo yo más calma,
tengo menos dignidad?


Se detiene tu móvil brillante
para actualizarse a cada instante
y aun teniendo pocos cables
se demora en sus cosas ufano,
mientras lo llevan de la mano
¿y yo, que soy más responsable,
tengo menos dignidad?


Para toda persona humana
y se abraza a la almohada
igual que duerme la gansa
el gallo, el cerdo o el asno
y yo, con menos descanso,
tengo menos dignidad?


¿Qué ley, justicia o razón
negar a los ascensores sabe
un cuidado más suave
que cualquier ser humano
da a su coche, a su móvil
y a todos sus animales?


Que un ascensor hable así raro es. Quizás todo haya sido un delirio, ¡yo qué sé! pues no tengo otra pasión ni otro oficio que el ser ascensorista de guardia a su servicio. Y al fin

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
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