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Ascensorista de Guardia


Pasando la itv

Mi coche pasó su última ITV, creo que con más felicidad que yo.

Yo, lo confieso, llego a mi reconocimiento médico,
con la veterana resignación
de quien va a la «Inspección Técnica de Viejos».

Todos tan amables, todo tan limpio,
levántese la camisa,
inspire así,
vaya allá,
¿nota esto?,
será solo un pinchacito,
avise cuando oiga el pitido.

Y tras pasar por todo el circuito,
no se preocupe caballero,
que le mandaremos a casa el veredicto:

Sobrepeso (allí me duele, me encantaría echarle la culpa a las botas, pero me temo que, lo que me pesa son las lorzas)
colesterol (vaya por Dios)
y si la vista, y si el oído…

También buenas noticias:
embarazado no estoy
y los triglicéridos y no-sé-qué-del-hematocrito están en su sitio.
Respiro, que no es poco.
La presión es adecuada.
El corazón late bien,
En mi caso no está contraindicado, seguir enamorado.

En resumen: soy ascensorista, ascensorista de guardia, «apto» por un año más, a su servicio.

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Un gran premio

El último acto, previo al cocktail de cierre de la jornada era la entrega de un premio, un precioso galardón con su diploma de reconocimiento por la aportación al sector del ascensor.

Trabajar de oído

Los ascensores, para quien tiene el oído educado, hacen algo más que ruido, casi música, mucho ritmo…

Día internacional de la mujer

He compartido el tajo en el hueco con docenas de compañeros, de todos he aprendido, pero ninguno de ellos es mujer y lo lamento…