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Ascensorista de Guardia


No será tan simple

¿Quién dijo que todo está perdido?…
yo vengo a ofrecer mi corazón
(Fito Páez)

Por más que lo pienso, no tengo la más remota idea sobre cómo desatascar un montacoches que quedó atravesado en el hueco. Nos espera, impasible, sujeto a las guías como si le fuera en ello el alma de sus cables, varado como una ballena en una playa, atascado como la ciudad en hora punta, detenido como un parto de cara.  En el cuerpo a cuerpo junto a un buen compañero, nos hizo sudar grasa, rechinar  dientes y hierro, doblegarnos  con las ideas agotadas, y las manos impotentes ante tanto peso.

Así que empieza la semana y, mientras me arreglo para ir al trabajo, cojo aire y desafino una canción prestada. Todavía no se cómo lo haremos, pero habrá detrás un equipo y alguien más vendrá  dispuesto a sumar pasión, manos, ingenio, talento y maña. No será tan simple como esperaba. No sé bien cómo se le hace, a un ascensor, una cesárea. Juntos algo idearemos, y cuando, por fin, lo que tiene que rodar ruede y el hierro fluya y la angostura mengue, entonces,  nos iremos tranquilos y, aliviados, cantaremos despacio: ¿quién dijo que todo está perdido?…

Soy ascensorista, ascensorista de guardia… y vengo a ofrecer mi corazón.

PD. Hoy diez de mayo, lo que tiene que rodar ya rueda, el hierro fluye, la angostura ha menguado y me siento orgulloso de formar parte de un gran equipo…

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Lunes de desolación

Comienza la semana y solo deseo
parar un poco y que los ascensores anden y estar en calma…

Un gran premio

El último acto, previo al cocktail de cierre de la jornada era la entrega de un premio, un precioso galardón con su diploma de reconocimiento por la aportación al sector del ascensor.

De yernos y suegras

Sé de esta historia apenas fragmentos sueltos.
Escrita rápida y, mucho me temo, a medias inventada,
trata de un hombre que se enamoró de una mujer.