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Ascensorista de Guardia


De yernos y suegras

Sé de esta historia apenas fragmentos sueltos.
Escrita rápida y, mucho me temo, a medias inventada,
trata de un hombre que se enamoró de una mujer.

Hasta aquí todo está bien.
Jamás entró en casa de sus suegros,
ni para saludarlos ni para conocerlos.
No porque fueran mala gente,
ni por mal corazón, ni por desprecio.
La razón era más básica, más práctica, más patética:
ellos viven en una segunda planta
y él transita en silla de ruedas.

Hace unas semanas terminamos allí el montaje de un ascensor,
el constructor que llevó la obra,
un hombre riguroso, capaz y buenagente,
me llamó al día siguiente:
«Che, no te puedes imaginar la emoción de la mujer ayer
por fin, tras años de cariño, su yerno podía subir a su casa… «

En general me gusta mi trabajo…
pero hay días que me enamora.
En esos días, especialmente en esos días,
soy ascensorista, feliz ascensorista de guardia, a su servicio.

Lunes de desolación

Comienza la semana y solo deseo
parar un poco y que los ascensores anden y estar en calma…

¡Cómo está el patio!

Hay instalaciones en las que uno entra, como en un tobogán, sabiendo que las escaleras habrá que subirlas pero, una vez arriba, todo fluye y se desliza….

Admirar lo realmente admirable

Mirar, no es solo ver, comparte raíz etimológica con maravilla y miraculoso. Por ello ad-mirar es, de algún modo, contemplar de cerca…